Hubo de cumplirse la voz popular, que "cuando Marzo mayea, Mayo marcea". Las brisas típicas de este mes, se tornan ventarrones galopantes y el termómetro acaba esquizofrénico. El mundo vegetal, bien tupido, exhibe su encanto peculiar, su atractivo, entre las olas del viento.Meciéndose nos atraen, pues, las enceradas hojas de los plátanos del malecón del río Sil, y en la montaña de enfrente los castaños de siete afiladas lanzas, con sus vistosos gorritos como si de marciales soldados se tratara; y otras especies arborícolas cuyos nombres desconozco, enrabietadas de verde y rojo, que a mi me hacen pensar que el paisaje se ha pintado los labios; otros muchos de fantasmal postura, dolorosa; y unos pocos, que diría tratan de simular esbeltas y orientales pagodas de jardines imaginarios; y en todo este esplendor natural, solo falta el escuálido y triste ciprés, que como dedo vertical y verdioscuro anda pidiendo explicaciones al cielo, desde ese santo lugar común a todos los pueblos, por tantos y tantos muertos.Allí, en lontananza, también los pinos, arañando la panza del día, con sus largas uñitas, y muchos otros más desmelenados con sus frágiles ramas cimbreantes, e incluso alguno similar al sauce, prodigio de besos y lloriqueos, abundoso de cabellos lacios. También se mueve majestuoso el álamo, el del envés ceniza, que todo lo blanquea, hasta el espacio azul. Pugnan todos con este viento por dejarse ver y juegan a ser ejemplo para el hombre. Dejarse ver. Admirable circunstancia.Del reciente viaje al noroeste de España, a mi natal Galicia, concretamente O Barco de Valdeorras, me traído el recuerdo de su insultante arboleda. Por entre la espesura de ese boscaje mitad urbano y mitad salvaje, esbeltos ejemplares sobresalen, y mira por donde, dibujan ante mis ojos en ese cielo inverosímil de esa Galicia interior, mística, agarimosa y dulce, el espectro mágico de un cohete que acabara de estallar. Tal como digo, el estallido silencioso de un cohete de artificio, bien acunado por el pertinaz cierzo ó tal vez por el ábrego, pero dulce como un dátil. ¿Un símbolo, quizás?. La esperanza de una nueva y extraordinaria vida, la de mi nueva nieta, que germina placidamente en lo más profundo del interior de mi hija. Seguro. Y así lo espero. El aroma del amor siempre fecunda y hace realidad la esperanza de los que la merecen.Para una buena relación social, aventa el hombre su ternura, su mirada limpia y la cordialidad. Si ha de vencer alguna crispación, utiliza la amable frescura, el gesto abierto, la sonrisa amplia. Porque reír, supongo, es la mejor forma de enseñar los dientes al enemigo.Creo recordar que en alguna ocasión anterior dije, que vender es ayudar, aconsejar, convencer y servir; (y en este deporte estamos inmersos todos los humanos), es muy lógico que nos dejemos vencer por este vendaval afectuoso y aportemos a nuestros amigos las esencias que nuestro corazón sea capaz de destilar.En los días que he vagabundeado por esta pujante villa valdeorresa, he visto caer desgajadas algunas ramas de nuestros queridos árboles, quizás muy gastadas, quizás se han cansado de su condición de alocadas cometas, siempre sujetas por ese cordón umbilical que las une al maternal claustro del tronco, quizás hayan querido aprender a volar solas. Quizás...Bien cumplida su misión, como aquel lejano "carballo", (roble), de nuestros sueños, seguramente mañana encenderán todavía alguna lumbre de cualquier lugar. Hermoso gesto, que aún muriendo y en el postrer chisporroteo, anhelan prolongar su último servicio... al hombre.Sublime locura.
Por: LUIS YAÑEZ ABELAIRA.
Por: LUIS YAÑEZ ABELAIRA.