No sabría decir exactamente cual ha sido el principal motivo que me animó a realizar este viaje. En un principio pensé en El Burgo de Osma, (Ciudad de Osma), que desde el año 1997 en que se celebró allí la sexta edición de las Edades del Hombre no había vuelto a visitarla sin prisas y la verdad es que me apetecía disfrutar de nuevo de esta bellísima ciudad. También Ayllón y San Esteban de Gormaz y como no el Cañón del Río Lobos donde hacía más de diez años que no me dejaba caer por allí. Cualquier sitio de los citados era suficientemente atractivo para la excursión que programé de la noche a la mañana. Si uno de estos lugares tiene una cosa singular y bella, el otro también y no digamos el otro y el otro, así que realmente no sabría con cual quedarme a la hora de hacer una evaluación. La elección fue hecha puramente al azar. Pero lo que si tengo claro es que la improvisación a veces resulta de lo mas exitosa y eso fue lo que me pasó el día 25 de Septiembre del 2009, fue un día completo de verdad, de esos que cuando vuelves de regreso a tu casa te sientes agotado físicamente pero al mismo tiempo muy satisfecho por lo bien que lo has pasado y lo interesante que ha resultado.
En esta ocasión no tuve compañía por falta de previsión, para que alguien me acompañe entiendo yo que es preciso avisar cuando menos con un par de días de anticipación a los muchos amigos que me han dicho que les gustaría acompañarme en uno de estos viajes de un solo día, es decir salir de Madrid por la mañana y regresar por la noche. Como todo fue improvisado me pareció improcedente avisar a nadie, ni siquiera a mi esposa que tan buena disposición tiene siempre para este tipo de aventuras. El próximo viaje, que todavía no se ni a donde ni cuando lo haré, espero hacer las previsiones con la debida anticipación para buscarme una buena compañía, bueno eso es lo que pienso ahora, cuando llegue el momento ya veremos.
Autopista del Norte (A-1), 10,30 de la mañana, (tampoco hay por que madrugar mucho), con un día soleado sin una sola nube, típico del "veranillo de San Miguel", con una agradable temperatura y con la moral a tope, me dirijo en primer lugar a ese bello pueblo medieval llamado Ayllón, que circunstancialmente ese día estaba en fiestas. La villa de Ayllón, según el historiador Modesto Lafuente del siglo XIX, la fundaron los vacceos, pobladores celtibéricos del siglo III antes de Cristo, aunque esta teoría ni es fidedigna ni está totalmente demostrada. Lo que si es verídico es que este pueblo tuvo una importancia vital en la época romana, musulmana y desde su reconquista en el siglo XI por parte del reino de Castilla, fue un notable enclave hasta el siglo actual. El Señorío de Ayllón estuvo siempre ligado a la más alta nobleza, de tal modo que Doña Berenguela, madre de Fernando III el Santo y Doña Violante, esposa de Alfonso X el Sabio, fueron Señoras de Ayllón así como Fernando de Antequera que fue rey de Aragón tras el acuerdo del Compromiso de Caspe, también fue Señor de Ayllón. Pero si alguien forma parte de la historia de Ayllón es sin lugar a dudas Don Álvaro de Luna que pasó parte de sus destierros y largas temporadas por estos pagos y que fue nombrado Condestable de Castilla, Conde de San Esteban de Gormaz y Señor de Ayllón por el rey Juan II de Castilla, que depositó en el toda su confianza y con el que además compartía una gran afición cinegética que practicaba frecuentemente por esta zona; pero su extremada ambición y sobre todo las intrigas palaciegas y eclesiásticas, precisamente por el exceso de poder que acumuló le costaron la vida en el cadalso en Valladolid en el año 1453 cuando contaba la edad de 63 años.
Como monumentos más interesantes hemos de citar el castillo que fue destruido en el año 1295 y del que solo queda una torre a la que se le llama La Martina, en recuerdo a la iglesia de San Martín que estuvo ubicada en este mismo lugar. En la Plaza Mayor destaca la iglesia románica de San Miguel con un corredor porticado de dos alturas y un ábside con unos canecillos decorados muy interesantes aunque un poco deteriorados.
El Ayuntamiento un edificio relativamente moderno pero perfectamente ambientado con el estilo medieval de la plaza. A escasos metros, la iglesia de Santa María la Mayor, iniciada en el siglo XVII y finalizada a comienzos del XIX. El Palacio de los Contreras con una fachada gótica isabelina de gran belleza, de finales del siglo XV. Aunque a fuer de ser sincero, lo realmente interesante de Ayllón es su conjunto urbano que los ayllonenses y sus regidores, no han permitido que con el paso del tiempo perdiese su encanto primitivo y su inigualable estructura medieval, algo que merece un reconocimiento por parte de todos los que frecuentemente nos acercamos a visitar este pueblo tan maravilloso.
Siguiendo la carretera en dirección a Soria, llegamos a San Esteban de Gormaz, otro interesante pueblo que desde la carretera no ofrece lo que realmente es, por eso es preciso detenerse y caminar por él hasta la Plaza Mayor porticada y seguir hasta la parte alta donde están las ruinas del castillo medieval que lo preside todo desde lo alto de una atalaya. El antiguo trazado urbano tiene el sabor de los pueblos característicos de Soria, de la Baja Castilla, en los que parece como si el tiempo se hubiese detenido.
Cerca de la plaza está la iglesia de San Esteban aneja a lo que fue antiguamente un monasterio y hoy convertido en un importante centro hotelero. En la parte alta de la villa me sorprende gratamente la iglesia de San Miguel, de estilo románico del siglo XI, posiblemente una de las primeras manifestaciones artísticas de este estilo en la provincia de Soria y seguramente en toda España; una galería porticada de siete arcos de gran belleza nos hablan de la magia del número siete como número de la perfección, número de la creación y como una posible alusión a las siete primeras iglesias del cristianismo. La iglesia de Nuestra Señora del Rivero, románica del siglo XII, que igualmente tiene una galería porticada con nueve arcos de medio punto realmente interesantes. Dice el refrán "que más vale llegar a tiempo que rondar un año", y que cierto es ya que ese día aprovechando que estaban dos restauradoras con el párroco me permitieron ver unas pinturas recientemente descubiertas que representan un Calvario interesantísimo y en bastante buen estado.
Me autorizaron hacer unas fotografías para mi propio archivo, posiblemente se hayan hecho muy pocas de este motivo hasta el momento.
Desciendo desde lo alto del pueblo el cual me ofrece nostálgicas estampas que tenía medio olvidadas, señoras sentadas en sillas de enea a la puerta de sus casas en amena conversación supongo que hablando de sus cosas, pero que cuchicheaban y me miraban extrañadas por mi parsimonia y mi obstinada insistencia en ver todos y cada uno de los rincones del pueblo, pero cuando pasaba por su lado se hacía el silencio, yo les daba las buenas tardes y todas la unísono repetían "muy buenas", y al mismo tiempo me brindaban una amable sonrisa como respuesta a mi educado saludo.
Sigo por la carretera de Soria hasta la ciudad de El Burgo de Osma, (Ciudad de Osma), la cual merece un sinfín de elógios sobre todo lo que intramuros encierra.
Nada más avistar la ciudad, despunta la espadaña de la Catedral entre chopos y álamos que en estas fechas empiezan a manifestar el amarillento color de sus hojas que anuncian el balbuciente inicio del otoño.
De El Burgo de Osma difícilmente se pueden hacer calificaciones por separado, todo el conjunto en si es extraordinario. Me detengo fuera del casco antiguo y por la Calle Mayor porticada, prohibida a la circulación, (que gran idea eso de las calles peatonales), me dirijo hacia la Catedral, pero antes tengo que cruzar la Plaza Mayor y en ella me detengo; ya que se trata de un lugar celosamente cuidado y con un mobiliario urbano digno de la mejor ciudad del mundo, una plaza flanqueada por el Este con el Ayuntamiento un edificio del siglo XVIII muy esbelto y muy bien conservado, enfrente en el Oeste el Centro Cultural San Agustín, que en su día fue un hospital con el mismo nombre, el lado Norte conserva su construcción porticada que le dan un aspecto señorial y antiguo a todo el conjunto de la plaza. Siguiendo la Calle Mayor muy cerca de la Catedral, a mano derecha me encuentro el Palacio Episcopal del que me llama la atención sobre todo la puerta polilobulada de estilo tardogótico, unos cuantos metros más y desembocamos en una plaza donde la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción minimiza al resto de las construcciones. Impresionante monumento de estilo gótico que inició su levantamiento en el siglo XIII sobre otro de estilo románico que había anteriormente. La fachada como ya hemos dicho es gótica, pero se aprecian en ella diversos añadidos de estilo renacentista y una torre barroca del siglo XVIII cuyo conjunto resulta de una gran categoría arquitectónica. El interior de la Catedral es todo un compendio de obras maravillosas que hace que uno se eternice en la visita hasta que los vigilantes te avisan que ya es la hora de cerrar. El año 1997 esta Catedral albergó la quinta edición de las Edades del Hombre, por algo sería. Sabiendo que me dejo muchas cosas interesantes sin citar, traigo a esta página algunas de las que recuerdo con más nitidez: El sepulcro de San Pedro de Osma, gótico que conserva la policromía original en columnas y bóveda, uno de los monumentos funerarios más singulares e importantes de toda España, situado en el centro de la Sala Capitular de la antigua catedral de estilo románico de transición al gótico de gran valor artístico. El siglo XVI nos ha dejado su impronta en las obras siguientes: El Claustro de estilo tardogótico, la Capilla Mayor con un retablo de Juan de Juni y la Capilla de San Pedro de Osma con una bella escalinata y una portada que dejan entrever una clara similitud con la Escalera Dorada de Gil de Siloé de la Catedral de Burgos. Tal fue la importancia e influencia que tuvo este obispado, que durante el reinado de Carlos III en el siglo XVIII, consumados maestros como Maella, Sabatini y Villanueva entre otros dejaron huella de sus obras en esta Catedral. Así un Códice Beato que recopila comentarios del Apocalipsis del Beato de Liébana, y el Cristo del Milagro una escultura románica de la que dice la leyenda que en el siglo XIII brotó sangre de su frente, y los retablos manieristas de Juan de Juni y un gran Museo Catedralicio y Diocesano en el que se pueden admirar una magnífica colección de arte sacro, pusieron punto final a mi visita catedralicia.
El Asador Marcelino, me sorprendió con sus platos típicos con una gran dosis de buen colesterol, como Dios manda, pero sabrosos de verdad. Recomendable sitio tanto por el ambiente como por la calidad de su cocina tradicional y casera.
A 17 kilómetros por la carretera de San Leonardo de Yagüe, me dirijo hacia Ucero y al Cañón del Río Lobos, un Parque Natural producto de la erosión del río sobre este terreno calizo, en el que se forman múltiples grutas y cuevas de aspecto muy vistoso y original. Una frondosa vegetación de sabinas y enebros entremezclada con el pino típico de la zona y los esbeltos chopos a las orillas del cauce, conforman todo ello un bello panorama con un aspecto muy pintoresco. Si mal no recuerdo los responsables del Parque ofrecen 15 rutas distintas para la práctica del senderismo y poder así admirar los bellos paisajes del Cañón del Río Lobos.
De las muchas cosas interesantes que nos ofrece el Parque Natural, destaca sobre todas la ermita de San Bartolomé, que posiblemente en su época formara parte de un monasterio templario, aunque esta versión no está totalmente corroborada.
La ermita se ubica en un lugar bellísimo y al mismo tiempo misterioso. Se atribuye a los Templarios que en su día calificaron este lugar como "uno de los centros neurálgicos del mundo", los otros serían Montsegur (último reducto cátaro) y el otro Jerusalén. No se si será cierto, pero la verdad es que aquí se percibe una extraña sensación espiritual difícil de explicar. Recomiendo visitar este sitio solo o en compañía de alguien que comparta un entusiasmo común en la materia, (no hace falta que sea un místico), eso si que sea un poco receptivo, y notará como a última hora de la tarde cuando los rayos del sol empiezan a declinar su luz y su brillo en el limitado horizonte que permiten los paredones calizos, le invade a uno la extraña inquietud de que como si algo no controlable flotase a tu alrededor. ¿Quizás mágico?. Pudiera ser.
En la iglesia de San Bartolomé de estilo románico tardío, (siglo XIII), con claras influencias cistercienses hay que destacar la portada sur, única entrada actual con seis arquivoltas apuntadas que nos anuncian la inmediata aparición del gótico, unos canecillos de variada talla simbólica muy interesantes y como curiosidad extrema los "ojos de buey", (óculos) situados en los hastíales del crucero norte y sur, en los que se aprecian como adorno fundamental de ambos la "estrella de David" de cinco puntas, prueba inequívoca de la influencia de los sufíes sobre la Orden del Temple en su estancia en Tierra Santa.
Para acceder a este bello paraje, es necesario dejar el coche en un aparcamiento habilitado para ello, situado a unos 2 kilómetros de la ermita, algo que me parece extraordinario, ya que de este modo solamente se acercan a este lugar aquellos que tienen interés o bien por el monumento o por el paisaje en si. Cualquiera de las inquietudes es loable y válida. Los domingueros de bocadillo en bolsa de plástico y lata de Coca Cola, que dicho sea de paso las dejan tiradas en cualquier parte, mejor que se queden en otros lugares preparados para este tipo de excursionistas, respetables como no, pero un poco ruidosos para un sitio como este que invita a la paz, y por si fuera poco no paran de hacer alarde de su dudosa importancia hablando a grito pelado por sus móviles como si todo fuera urgente y no pudieran esperar a salir de aquí, y lo que es peor aún, una total carencia de sensibilidad y del más mínimo y elemental principio de urbanidad colectiva y social, al permitir como algo muy normal que sus hijos jueguen con balones contra los muros de la iglesia como si de un frontón se tratara.
El sol había cedido en su intensidad y en las hojas otoñales de los chopos dejaba caer mansamente sus últimos rayos que se filtraban entre el denso follaje, lo que me permitía ver a las laboriosas abejas libar el néctar de las últimas flores del estío. Los 2 kilómetros de regreso fueron de un caminar lento y pausado, parándome cada pocos metros para quedarme extasiado observando como en las tranquilas aguas del río Lobos unas hojas similares a los lotos flotaban como si se tratase de la viva estampa de un paisaje del lejano oriente.
Cuando de regreso llegué a Ucero eché una última mirada hacia atrás, y aunque la retina la llevaba repleta de bellos paisajes del río Lobos, algo interiormente me avisaba que había dejado pendientes de ver bastantes más cosas que las que había visto, así que hice votos de promesa para volver a la primera ocasión que se me presente. Espero no tardar otros diez años.
La noche había dejado caer su manto oscuro sobre esta dura y mágica tierra castellana. La carretera serpenteante va dejando atrás El Burgo de Osma, San Esteban de Gormaz y Ayllón, en busca de la autopista A-1, que alcanzó una vez pasado el pueblo de Riaza. Una serpiente de faros de automóviles en dirección contraria me dicen que el fin de semana ha dado comienzo, Madrid va soltando a cuenta gotas a todos aquellos que van en busca del aire puro de estas tierras. Yo me apresuro en llegar a la capital para estar con los míos. El fin de semana entre otras cosas lo aprovecharé para recordar secuencialmente el día tan maravilloso que he pasado por estas tierras de Segovia y Soria.
Por: LUIS YAÑEZ ABELAIRA.