Me pongo en ruta desde Perafort, pueblo en cuya comarca está enclavada la estación del AVE de Tarragona, en un ramal de la carretera que va desde la capital tarraconense a Valls, en dirección a Reus, industriosa ciudad y de muy buena gente, cuna del General Prim héroe de Castillejos lo que valió el título de Marqués de aquellas tierras africanas, Conde de Reus y Presidente del Gobierno de un importante período de la historia de España, de una España convulsionada y agitada del siglo XIX; allí me detengo a pasear por sus calles y plazas atestadas de gente laboriosa por donde hace ya unos cuantos años correteaba mi buen amigo Joaquín García, dando patadas a pelotas de todo tipo emulando a los míticos Basora, Kubala, Moreno y Manchón, extraordinarios jugadores del Barça, que en él prendieron su condición de "culé" irredento como no podría ser de otra forma, lo cual me parece muy bien y además en justicia por razones del corazón amén de otras varias, su afición futbolística tiene y debe mirar hacia Barcelona.Desde aquí, desde Reus tomo la dirección hacia Teruel, pasando por Mora de Ebro y Gandesa, lugares de triste recuerdo, donde tuvo lugar la brutal y a la vez famosa Batalla del Ebro, que de alguna forma decidió el curso de la Guerra Civil Española y donde el "general" se lució y puso en práctica todo su amplio repertorio bélico aprendido de sus múltiples experiencias africanistas y de los consejos del ejército nazi. Ya en tierras aragonesas hago un alto en el pueblo de Calaceite, municipio turolense de la comarca de Matarraña, una de las que configuran el Maestrazgo y que en su día fue un importante asentamiento árabe; merece la pena pasearse por su casco antiguo donde se puede admirar el edificio del Ayuntamiento del siglo XVII, la Iglesia parroquial de la Asunción de estilo barroco, la Cruz del Término de estilo gótico e importantes mansiones blasonadas como Casa Moix y Casa Maella, que nos hablan de un esplendor de antaño que casi sin darnos cuenta va desapareciendo en la negra espesura de un enrabietado progreso que a poco que nos descuidemos no dejará huella alguna de su glorioso pasado.
Presurosamente llego a Alcañiz y me sumerjo de lleno en su historia y en su artística arquitectura, donde el románico, el gótico y el mudéjar se conjugan a la perfección dando como resultado una ciudad en la que la magia y la más excelsa de las bellezas se han hecho realidad y han configurado una urbe de dimensiones extraordinarias. Repongo fuerzas con un suculento almuerzo en el restaurante del Parador de Turismo con platos típicos de la zona, buenos y sabrosos de verdad, y al mismo tiempo voy deleitándome con el marco incomparable de la fortaleza que en su día hollaron los caballeros de las Ordenes de Calatrava, Temple, Hospitalarios de San Juan y Montesa, en sus correrías contra las huestes sarracenas, en su afán liberador, que todavía no se que ideas de libertad argumentaron para tomar tal iniciativa, pero supongo que alguna tendrían. Aunque lo cierto es que no se que hubiese sido mejor, si dejar al pueblo bajo las ordenes de un emir ó califa por muy moros que fueran, que dicho sea de paso nos aportaron cultura y nos sacaron de la barbarie, o bajo el martillo de la cruel y despiadada Inquisición, vaya usted a saber.
Alcañiz es la capital de la comarca del Bajo Aragón, su castillo fue sede de la Encomienda mayor de la Orden de Calatrava. Su templo acogió en varias ocasiones a las Cortes de Aragón y del Parlamento de Alcañiz, previo al "Compromiso de Caspe" en el cual los reyes de Aragón y Valencia así como los condados catalanes, pactaron la sucesión del rey Martín I de Aragón, "el Humano" que no había dejado sucesor, lo que supuso la entronación de Fernando de Antequera de la familia Trastamara como rey de Aragón, introduciendo de este modo una dinastía castellana en Aragón, lo cual fue aceptado por los nobles, pero el pueblo nunca lo vió con buenos ojos, pero que iban hacer, aguantarse como han hecho siempre. El castellano desde ese momento pasó a ser la lengua de la corte, comenzando la decadencia del idioma aragonés hasta la casi total desaparición del mismo. Antes de salir de Alcañiz, desde la atalaya de su castillo me quedo durante un buen rato admirando y escudriñando el paisaje, la vega del río Guadalope que es una pincelada verde sobre la seca y árida tierra de este Aragón que ha escrito innumerables páginas de oro y de grandes gestas en la Historia de España.
Alcañiz es la capital de la comarca del Bajo Aragón, su castillo fue sede de la Encomienda mayor de la Orden de Calatrava. Su templo acogió en varias ocasiones a las Cortes de Aragón y del Parlamento de Alcañiz, previo al "Compromiso de Caspe" en el cual los reyes de Aragón y Valencia así como los condados catalanes, pactaron la sucesión del rey Martín I de Aragón, "el Humano" que no había dejado sucesor, lo que supuso la entronación de Fernando de Antequera de la familia Trastamara como rey de Aragón, introduciendo de este modo una dinastía castellana en Aragón, lo cual fue aceptado por los nobles, pero el pueblo nunca lo vió con buenos ojos, pero que iban hacer, aguantarse como han hecho siempre. El castellano desde ese momento pasó a ser la lengua de la corte, comenzando la decadencia del idioma aragonés hasta la casi total desaparición del mismo. Antes de salir de Alcañiz, desde la atalaya de su castillo me quedo durante un buen rato admirando y escudriñando el paisaje, la vega del río Guadalope que es una pincelada verde sobre la seca y árida tierra de este Aragón que ha escrito innumerables páginas de oro y de grandes gestas en la Historia de España.
Nuevamente en ruta, el paisaje sigue siendo de color pardo ocre, la tierra seca y de temperaturas extremas, allí en lontananza los indicadores de carretera me anuncian Calanda a escasos kilómetros, y casi sin darme cuenta llego a este pueblo famoso por su Semana Santa que está considerada de interés turístico nacional, el pueblo está situado en plena "Ruta del tambor y del bombo"; siendo famosa "La rompida de la hora", que desde las 12 de la mañana del Viernes Santo hasta las 2 de la tarde del Sábado Santo, 26 horas ininterrumpidamente, los "putuntunes" (soldados vestidos de romanos), tocan con todas sus fuerzas en señal de duelo por la muerte de Cristo los tambores, los cuales permanecerán debidamente guardados y mudos hasta el año siguiente.
Casi sin darme cuenta llego a Montalbán, pueblo cuyos orígenes se remonta a la época ibérica. Como dato curioso de Montalbán, tengo que decir que su nombre se cita en el Cantar del Mío Cid. Siguiendo la ruta, llego al pueblo de Alfambra, famoso por su producción de remolacha azucarera y en el cual podemos visitar un museo monográfico dedicado a este producto (MUREA), que casi con toda seguridad sea el único que existe en el mundo; por lo menos eso es lo que me han dicho en un bar del pueblo y de lo que se sienten muy orgullosos, y que no es para menos.
Voy dejando atrás algunos otros pueblos que con toda seguridad tienen algún interés turístico, de eso no me cabe la menor duda, pero el tiempo apremia, la noche se me hecha encima y tengo ganas de llegar a Teruel, para hacer buena y al mismo tiempo contrastar aquella máxima de que ¡¡TERUEL TAMBIEN EXISTE!!. ¡Vaya si existe, y extraordinaria que es esta ciudad!.
Teruel, llamada con justicia la "Capital del estilo mudéjar". Muchas son las cosas por las que Teruel es famosa, pero a nivel mundial si algo ha trascendido a los cuatro puntos cardinales es la historia o leyenda de "Los Amantes de Teruel", estatuas yacentes, obra del famoso escultor español Juan de Avalos, que representa a los jóvenes turolenses Isabel de Segura y Juan Martínez de Marcilla, cuya historia de amor dejó perfectamente reflejada el autor español Juan Eugenio de Harzenbusch en su famosa obra del mismo nombre.
Teruel, llamada con justicia la "Capital del estilo mudéjar". Muchas son las cosas por las que Teruel es famosa, pero a nivel mundial si algo ha trascendido a los cuatro puntos cardinales es la historia o leyenda de "Los Amantes de Teruel", estatuas yacentes, obra del famoso escultor español Juan de Avalos, que representa a los jóvenes turolenses Isabel de Segura y Juan Martínez de Marcilla, cuya historia de amor dejó perfectamente reflejada el autor español Juan Eugenio de Harzenbusch en su famosa obra del mismo nombre.
Pasearse por la Plaza del Torico y sus alrededores, saborear y dar buena cuenta de unas magníficas tapas regadas con un buen vino me reconforta después de tantos kilómetros. Pese a la fría noche, porque en Teruel hace frío de verdad, bien abrigado, mi paseo por las calles de esta ciudad se prolonga hasta bien entrada la noche poniendo fin así a uno de mis viajes, cuya ruta recomiendo y de la que uno volverá realmente satisfecho por haberla hecho.
Por: LUIS YAÑEZ ABELAIRA.
Por: LUIS YAÑEZ ABELAIRA.
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