Lentamente, aunque sin pausa alguna, pero al mismo tiempo expectante, como se han de hacer este tipo de viajes, sobre todo cuando uno pretende visitar a lo largo y ancho de un solo día un número considerable de lugares cargados de historia y de belleza, lugares cuya existencia uno ha conocido a través de lo que ha leído o estudiado y sobre todo por el interés que a uno le ha despertado la ilusionante información que ha ido recibiendo de amigos que le han hablado de estas maravillas que por regla general tenemos a “tiro de piedra”, y pese a transitar con frecuencia por sus alrededores e incluso detenernos a menudo ante ellas, lamentablemente no hemos reparado en lo que hemos tenido delante de nuestras propias narices.
Empiezo diciendo que el viaje necesariamente se ha de hacer sin prisas y sobre todo de una forma expectante, y esto no lo digo por decir, sino por que con muchísima frecuencia uno pasa delante de un monumento extraordinario y si vas ensimismado en otras cosas rara vez reparas minimamente en él, algo muy frecuente que le puede suceder a cualquiera, a mi personalmente me ocurre muchísimas veces, de ahí que mi consejo para disfrutar plenamente de este tipo de viajes, uno se olvide por unas horas de sus cuitas y sus problemas y estimule el sentido de la curiosidad para captar todo aquello que los sentidos sean capaces de percibir y disfrutará plenamente de la jornada, se lo garantizo. Y a fe que si además uno es capaz de organizarse y con un mínimo de método el día puede dar mucho de si y ofrecernos sensaciones verdaderamente inolvidables. Mi preocupación no es didáctica, ni muchísimo menos, hasta ahí podría llegar, lo que realmente me ilusiona no es otra cosa que servir de recordatorio para todos aquellos que transiten por los lugares que yo he visitado y alertarles de lo que allí pueden ver y disfrutar en toda su plenitud; ese es realmente mi único interés.
Por la autopista A-6, dirección a La Coruña, aproximadamente a 150 kilómetros de Madrid, hago mi primer alto en el camino en la insigne y noble Medina del Campo. Un día de otoño soleado con una agradable temperatura que le invita a uno a pasearse por esta villa cargada de historia y en la actualidad muy dinámica y bulliciosa y con interesantes iniciativas y actividades que ponen de manifiesto su inquieto espíritu secular que la llevó siglos atrás a ser uno de los centros comerciales más importantes de España y de Europa.
Empiezo diciendo que el viaje necesariamente se ha de hacer sin prisas y sobre todo de una forma expectante, y esto no lo digo por decir, sino por que con muchísima frecuencia uno pasa delante de un monumento extraordinario y si vas ensimismado en otras cosas rara vez reparas minimamente en él, algo muy frecuente que le puede suceder a cualquiera, a mi personalmente me ocurre muchísimas veces, de ahí que mi consejo para disfrutar plenamente de este tipo de viajes, uno se olvide por unas horas de sus cuitas y sus problemas y estimule el sentido de la curiosidad para captar todo aquello que los sentidos sean capaces de percibir y disfrutará plenamente de la jornada, se lo garantizo. Y a fe que si además uno es capaz de organizarse y con un mínimo de método el día puede dar mucho de si y ofrecernos sensaciones verdaderamente inolvidables. Mi preocupación no es didáctica, ni muchísimo menos, hasta ahí podría llegar, lo que realmente me ilusiona no es otra cosa que servir de recordatorio para todos aquellos que transiten por los lugares que yo he visitado y alertarles de lo que allí pueden ver y disfrutar en toda su plenitud; ese es realmente mi único interés.
Por la autopista A-6, dirección a La Coruña, aproximadamente a 150 kilómetros de Madrid, hago mi primer alto en el camino en la insigne y noble Medina del Campo. Un día de otoño soleado con una agradable temperatura que le invita a uno a pasearse por esta villa cargada de historia y en la actualidad muy dinámica y bulliciosa y con interesantes iniciativas y actividades que ponen de manifiesto su inquieto espíritu secular que la llevó siglos atrás a ser uno de los centros comerciales más importantes de España y de Europa.
Una Medina del Campo moderna rodea todo el casco antiguo a excepción del Castillo de la Mota que se yergue a las afueras de la villa, en todo lo alto de una atalaya dominando la amplia comarca como si de un expectante vigía se tratara. El castillo cuya construcción se inicia en el siglo XI, y que como fortaleza puede considerarse una de las mejores de su época, solamente el de Coca (Segovia) podría competir con este en lo que a su condición defensiva se refiere. Lo más significativo de este monumento es la Torre del Homenaje, cuadrada, de 13,5 metros de lado y con una altura de 38 metros, lo que le confiere un aspecto impresionante y al mismo tiempo aparentemente inexpugnable. El Patio de Armas con una interesante portada gótica mandada realizar por Beatriz Galindo, y que es copia de la que estaba en el Hospital de Madrid y que llevaba su nombre, y que fue instalada en este lugar por orden del Marqués de Lozoya. La Capilla de un estilo románico mudéjar restaurada recientemente, concretamente en la década de 1.970 por iniciativa del abad del Valle de los Caídos, Fray Justo Pérez de Urbel y lo cierto es que se hizo con gran sobriedad y guardando rigurosamente las líneas litúrgicas y simbólicas típicas de este tipo de templos. El Vestíbulo presenta como curiosidad la decoración hecha con una copia de la carta de Juan de la Cosa, que acompañó a Colón en el primer viaje como contramaestre y en el segundo viaje ya como cartógrafo, y que fue autor del primer mapamundi que mostraba los territorios descubiertos en tierras americanas.
La Plaza Mayor de Medina del Campo nos ofrece un monumento de lo más singular, el “monumento a la letra de cambio”, situado en una esquina de la misma y en el que una lápida reza así: “CORRIENDO LOS SIGLOS XV Y XVI QUE SEÑALAN EL APOGEO DE LAS CLASICAS FERIAS DE MEDINA DEL CAMPO, EN ESTE PARAJE DE LA PLAZA MAYOR INSTALABAN SUS BANCAS LOS CAMBISTAS-BANQUEROS DE ENTONCES. ABIERTOS AL AIRE DEL MUNDO, MEDINA FUE POR AQUELLAS CENTURIAS COMERCIALMENTE ECUMENICA Y LA LETRA DE CAMBIO CRISTALIZO AQUÍ EN SU FORMA DEFINITIVA”.
La Plaza Mayor de Medina del Campo nos ofrece un monumento de lo más singular, el “monumento a la letra de cambio”, situado en una esquina de la misma y en el que una lápida reza así: “CORRIENDO LOS SIGLOS XV Y XVI QUE SEÑALAN EL APOGEO DE LAS CLASICAS FERIAS DE MEDINA DEL CAMPO, EN ESTE PARAJE DE LA PLAZA MAYOR INSTALABAN SUS BANCAS LOS CAMBISTAS-BANQUEROS DE ENTONCES. ABIERTOS AL AIRE DEL MUNDO, MEDINA FUE POR AQUELLAS CENTURIAS COMERCIALMENTE ECUMENICA Y LA LETRA DE CAMBIO CRISTALIZO AQUÍ EN SU FORMA DEFINITIVA”.
En la misma Plaza Mayor se encuentra la Colegiata de San Antolín, posiblemente el edificio histórico más importante de Medina del Campo, cuya construcción se inició en el siglo XVI y se terminó en el XVIII. La categoría de Colegiata le fue otorgada por el Papa a instancias de los Reyes Católicos, perdiendo este privilegio en el siglo XIX, desconozco el motivo.
Su estilo no guarda una unidad estilística ya que en él se entremezclan el gótico tardío y la explosión del Renacimiento en todas sus facetas y variantes. En la nave del Evangelio se pueden admirar distintas capillas con advocación a vírgenes y santos de muy bella factura. Con las bóvedas y columnas del templo merece la pena emplear un tiempo para deleitarse con lo espectacular y perfecto de su construcción. Otro detalle de interés en el atrio es el balcón de la Virgen del Populo.
También la Plaza Mayor el edificio del Ayuntamiento de Medina del Campo, construido en el siglo XVII y en cuya fachada se puede ver el escudo real y el timbre heráldico de la villa.
Igualmente en esta misma plaza, tiene su entrada el Palacio Real Testamentario de Isabel la Católica, un edificio que por sus características pone de manifiesto la sobriedad en la que vivía la reina Isabel. En la entrada una estatua en bronce de Isabel la Católica con un pié que dice: “El sueño de una reina”, el piso superior habilitado como museo en el que se pueden apreciar varias cosas, entre ellas la habitación con la cama, me imagino que supuestamente donde murió la reina Isabel, una sala con copia del testamento de la reina y otras dependencias más en las que se pueden ver los descubrimientos y varias cosas más de notable interés.
También la Plaza Mayor el edificio del Ayuntamiento de Medina del Campo, construido en el siglo XVII y en cuya fachada se puede ver el escudo real y el timbre heráldico de la villa.
Igualmente en esta misma plaza, tiene su entrada el Palacio Real Testamentario de Isabel la Católica, un edificio que por sus características pone de manifiesto la sobriedad en la que vivía la reina Isabel. En la entrada una estatua en bronce de Isabel la Católica con un pié que dice: “El sueño de una reina”, el piso superior habilitado como museo en el que se pueden apreciar varias cosas, entre ellas la habitación con la cama, me imagino que supuestamente donde murió la reina Isabel, una sala con copia del testamento de la reina y otras dependencias más en las que se pueden ver los descubrimientos y varias cosas más de notable interés.
Encamino mis pasos hacia una de las villas que a mi personalmente más me gustan de toda España, Urueña, que aparte de su bella construcción y estructura el hecho de que sea considerada la más importante “villa del libro” que existe en nuestra patria y que aspira a conseguir a través de los libros un desarrollo turístico, algo que merece el reconocimiento a todos aquellos que han gestado este singular y noble proyecto. Urueña con sus calles y casas restauradas, algo que se ha hecho con exquisita profesionalidad, ha conseguido mantener su aspecto de ciudad medieval a pesar del incendio que sufrió a finales del siglo XIX y que destruyó prácticamente medio pueblo.
Conserva la mayor parte de la muralla y desde ella se aprecia una panorámica de la meseta castellana que justifica el famoso dicho, “ancha es Castilla”. Sus monumentos más importantes son la Iglesia de Santa María del Azogue, de estilo gótico-renacentista además de un intento incompleto en estilo barroco.
Fuera del casco amurallado, a escasamente 2 kilómetros antes de subir al pueblo, la Iglesia de Nuestra Señora de la Anunciada de estilo románico lombardo cuyo conjunto es de una armonía arquitectónica bellísima, aunque en el siglo XVIII se le añadió al ábside un camarín neoclásico que no deja de ser un “pegote”, aunque justo es decirlo el paso de los años con su inclemente pátina lo ha ambientado con el resto del edificio más o menos bien.
Las murallas que protegían la villa fueron construidas en los siglos XII y XIII, y se accedía a la misma por la Puerta del Azogue y el Arco de la Villa. Su conservación es muy buena. El castillo que está adosado a la misma muralla se encuentra bastante deteriorado aunque en su época de esplendor tuvo verdadera importancia como fortaleza que servía para proteger la frontera entre los reinos de Castilla y León. Pero lo que realmente me atrae de Urueña es el número de librerías que existen, creo que ninguna ciudad, villa o pueblo del mundo tiene tantas librerías por habitante como esta villa vallisoletana. Un lujo para los que viven aquí del que pueden presumir con todo orgullo. Pasearse por sus calles delicadamente restauradas que mantienen un sabor antiguo visitando sus librerías y el Museo del Libro, es una verdadera delicia. Me llamó la atención que el gentilicio de los oriundos de esta villa se les llame: “Carrasqueños”, no se la raíz ni el motivo, pero me enteraré.
Me dirijo desde Urueña a San Cebrián de Mazote con una fijación única y exclusiva, visitar la iglesia mozárabe del siglo X, que al igual que San Miguel de la Escalada fue construida por los monjes mozárabes que venían huyendo del Al-Andalus. Es una iglesia que ofrece todo tipo de comparaciones y similitudes, por ejemplo su planta es muy similar a la de Santiago de Peñalba en el Valle del Silencio en León y en ella también se pueden encontrar reminiscencias paleocristianas y visigodas, en fin todo un lujo para la vista y el descubrimiento de cosas magníficas. La restauración que se ha efectuado la han hecho francamente bien y además con sumo cuidado para que el templo no pierda esa sensación de sacralidad para lo que fue construido en su época. Los arcos de herradura descansan sobre columnas cuyos capiteles son muy variados en cuanto a la decoración, cabe incluso la posibilidad de que se hubiesen aprovechado de épocas anteriores, romanas o visigodas; aunque esto no puede asegurarse. Las entradas de la iglesia están situadas a ambos lados del transpeto que está techado con dos exedras cubiertas con bóvedas gallonadas. El ábside central en forma de herradura también está cubierto con una bóveda gallonada. Dentro de la iglesia se conserva parte de un relieve con dos personajes, que no sabría decir si en su día estuvo en esta iglesia ó fue traído posteriormente como un elemento decorativo. La verdad es que hay muchas cosas que ver y lo que si os aseguro es que la visita merece la pena. En mi caso concreto en las cuatro o cinco veces que he estado aquí, siempre me ha pasado lo mismo casi sin darme cuenta me entretuve por lo menos dos horas casi sin enterarme, mirando de un lado a otro, hacia atrás y hacia delante, arriba y abajo, con una ansiedad desmedida. Realmente esta iglesia tiene algo especial que lo retiene a uno, sin explicación de ningún tipo que justifique esta curiosa atracción que ejerce sobre el visitante. Pero existe, de verdad que existe.
Me dirijo desde Urueña a San Cebrián de Mazote con una fijación única y exclusiva, visitar la iglesia mozárabe del siglo X, que al igual que San Miguel de la Escalada fue construida por los monjes mozárabes que venían huyendo del Al-Andalus. Es una iglesia que ofrece todo tipo de comparaciones y similitudes, por ejemplo su planta es muy similar a la de Santiago de Peñalba en el Valle del Silencio en León y en ella también se pueden encontrar reminiscencias paleocristianas y visigodas, en fin todo un lujo para la vista y el descubrimiento de cosas magníficas. La restauración que se ha efectuado la han hecho francamente bien y además con sumo cuidado para que el templo no pierda esa sensación de sacralidad para lo que fue construido en su época. Los arcos de herradura descansan sobre columnas cuyos capiteles son muy variados en cuanto a la decoración, cabe incluso la posibilidad de que se hubiesen aprovechado de épocas anteriores, romanas o visigodas; aunque esto no puede asegurarse. Las entradas de la iglesia están situadas a ambos lados del transpeto que está techado con dos exedras cubiertas con bóvedas gallonadas. El ábside central en forma de herradura también está cubierto con una bóveda gallonada. Dentro de la iglesia se conserva parte de un relieve con dos personajes, que no sabría decir si en su día estuvo en esta iglesia ó fue traído posteriormente como un elemento decorativo. La verdad es que hay muchas cosas que ver y lo que si os aseguro es que la visita merece la pena. En mi caso concreto en las cuatro o cinco veces que he estado aquí, siempre me ha pasado lo mismo casi sin darme cuenta me entretuve por lo menos dos horas casi sin enterarme, mirando de un lado a otro, hacia atrás y hacia delante, arriba y abajo, con una ansiedad desmedida. Realmente esta iglesia tiene algo especial que lo retiene a uno, sin explicación de ningún tipo que justifique esta curiosa atracción que ejerce sobre el visitante. Pero existe, de verdad que existe.
Cierro mi viaje en esta ocasión visitando la Mota del Marqués, un pueblo singular cargado de historia y que no se por que extraña e inexplicable razón varios de sus monumentos más interesantes están total y absolutamente abandonados. El nombre del pueblo le viene dado por que a finales del siglo XVI Felipe II concede a Don Rodrigo de Ulloa el título de Marqués, con lo cual pasa a llamarse desde ese momento La Mota del Marqués, anteriormente se había llamado Santibáñez de Mota y posteriormente La Mota de Toro.
Sin duda alguna el monumento más emblemático del pueblo es la iglesia de San Martín, la cual está cerrada al culto desde hace varios años debido al deterioro y al riesgo que presentaba para los fieles asistir en ella a cualquier acto religioso, un verdadero peligro de accidente por posibles desprendimientos. El techado está arriostrado con cables y otros elementos para evitar su desmoronamiento. El ventanal de Coro está apuntalado ya que sino se habría caído hace tiempo. El órgano está totalmente destrozado y abandonado, posiblemente sea irrecuperable. Grietas por todas partes y abandono general que si no se le pone rápidamente remedio a la vuelta de muy poco tiempo todo se vendrá abajo; cosa que sería imperdonable que un monumento de esta categoría desapareciese por falta de recursos para su rehabilitación, cuando hay dinero para otro tipo de iniciativas pseudo culturales que no interesan absolutamente a nadie, bueno si a algunos “listos” que algo se llevarán de rositas entre las uñas, como siempre. Su trazado es gótico tardío del siglo XVI y una portada con influencias platerescas. En el interior había una imaginería de muy buena calidad, que no se si estará todavía o habrá pasado a manos de algún “mal llamado” anticuario que a lo único que se dedican a expoliar y a trapichear con todo aquello de dudosa procedencia. “La Dolorosa”, “La Virgen del Carmen”, un “Cristo Yacente” y un “Cristo de los Pobres” son las obras más significativas a las que me refiero. Otros monumentos singulares son: El Palacio de los Ulloa que hoy está ocupado por un colegio de religiosas, el Castillo en ruina total, la iglesia del Salvador lo mismo, la ermita del Cristo y la ermita de Nuestra Señora de los Castellanos que según datos fidedignos se construyó en los terrenos que un día albergaron un monasterio de la Orden de los Caballeros Teutones.
Siempre que de pasada uno circunvala La Mota del Marqués, su silueta nos ofrece el proceso de la transición que fue sufriendo el pueblo a lo largo de los siglos, en lo más alto las ruinas de lo que fue el castillo que como otros muchos se construyeron al inicio de la Reconquista y que dieron nombre a Castilla, un poco más abajo el esqueleto de lo que en su día fue la iglesia del Salvador y que hoy no es más que cuatro paredes destartaladas y una erguida espadaña que lucha denodadamente contra el tiempo resistiéndose a ser vencida por la acción demoledora de este, y ya abajo en pleno pueblo la esbeltez de la iglesia de San Martín que como ya he dicho antes solamente queda de ella eso, su impresionante aspecto de lo que un día fue uno de los templos más importantes de las tierras castellanas y que clama una urgente y rápida restauración.
El día llega a su fin, lamentablemente no da mas de si, dejo para otra ocasión lugares que por su importancia merecen todo un día dedicado a ellos, Tordesillas con su importante y dilatada historia, el Monasterio de la Santa Espina y multitud de pueblos de esta vieja Castilla que albergan tesoros monumentales de una belleza incomparable. Hago votos de promesa a mi mismo que en poco tiempo estaré de nuevo aquí trayendo a estas páginas las sensaciones de todo lo que vea y sienta por estos históricos pagos. Hasta pronto amigos.
Por: LUIS YAÑEZ ABELAIRA
Siempre que de pasada uno circunvala La Mota del Marqués, su silueta nos ofrece el proceso de la transición que fue sufriendo el pueblo a lo largo de los siglos, en lo más alto las ruinas de lo que fue el castillo que como otros muchos se construyeron al inicio de la Reconquista y que dieron nombre a Castilla, un poco más abajo el esqueleto de lo que en su día fue la iglesia del Salvador y que hoy no es más que cuatro paredes destartaladas y una erguida espadaña que lucha denodadamente contra el tiempo resistiéndose a ser vencida por la acción demoledora de este, y ya abajo en pleno pueblo la esbeltez de la iglesia de San Martín que como ya he dicho antes solamente queda de ella eso, su impresionante aspecto de lo que un día fue uno de los templos más importantes de las tierras castellanas y que clama una urgente y rápida restauración.
El día llega a su fin, lamentablemente no da mas de si, dejo para otra ocasión lugares que por su importancia merecen todo un día dedicado a ellos, Tordesillas con su importante y dilatada historia, el Monasterio de la Santa Espina y multitud de pueblos de esta vieja Castilla que albergan tesoros monumentales de una belleza incomparable. Hago votos de promesa a mi mismo que en poco tiempo estaré de nuevo aquí trayendo a estas páginas las sensaciones de todo lo que vea y sienta por estos históricos pagos. Hasta pronto amigos.
Por: LUIS YAÑEZ ABELAIRA