Una senda secular con notable e importantísima connotación gallega, como es el Camino de Santiago; un fruto recio y típico de la Galicia del interior, fundamentalmente de las tierras lucenses y ourensanas, "la castaña", nos ofrece de la mano de los sabios de los fogones infinitas posibilidades culinarias que van desde el sofisticado "marrón glasé" a otras más populares pero no por ello menos exquisitas, tales como los "purgazos" (cocidas), los "bullotes" (asadas), las "pilongas" (secas) ó las naturales (sin tratamiento), que tanto unas como otras formaron parte de una cadena alimentaria que durante siglos fue fundamental en la subsistencia de un pueblo como el gallego, acosado no pocas veces por las crueles dentelladas del hambre.
Desde O Cebreiro a Santiago, el Camino discurre a la vera de frondosos castañales, que en el otoño liberan su fruto tardío del espinoso erizo que tan celosamente lo ha protegido de las duras inclemencias producidas por la lluvia, el calor y los fríos, que el extremado clima galaico nos depara a lo largo de las cuatro estaciones del año.
Y aunque apartado del Real Camino Francés, pero en las estribaciones del que viene de Portugal, a un paso de Ourense capital, en la carretera de Ponferrada, en Santabaya, Flavio, un italiano de pro, afincado desde hace varios años en esta amorosa y dulce Galicia ourensana, con su acreditado restaurante Galileo, es capaz de sorprendernos y al mismo tiempo ofrecernos todas las posibilidades gastronómicas que nos ofrece la castaña, un fruto que solo los magos restauradores como él, han adquirido la sabiduría necesaria que les ha permitido extraer todas las sabrosas posibilidades, laborando y experimentando en mágicas probetas a pié de fogón.
Y hoy podemos decir de alguna forma, que el Camino de Santiago y la castaña, han estado incardinados desde tiempo inmemorial y difícilmente uno y otra podrían ir por separado en su andadura por tierras gallegas.
Los millones de peregrinos que nos han precedido han cantado no pocas veces las excelencias de este fruto otoñal, y hoy cuando la tecnología nos habla de un futuro increíble, el peregrino en su andadura jacobea siempre buscará la gratificante sombra de un castaño y saboreará con fruición su fruto en cualquiera de las opciones que se le ofrece.
Desde aquí, desde mi humilde atalaya desde la que difundo mis opiniones, propongo que el próximo año 2.010, año santo jacobeo, quién proceda, en mi opinión la Consellería de Cultura de la Xunta de Galicia sería la más adecuada, convoque a modo de "juegos florales" un concurso en el que desde una libre participación, el que quiera pueda enviar en la modalidad que crea más conveniente; prosa, verso, cuento, investigación, etc., un trabajo relacionado directamente con las castañas y el Camino de Santiago. La idea ahí está, que alguien tome el testigo, le de forma y lo convoque, estoy convencido que la respuesta será masiva y despertará muchas e interesantes iniciativas literarias populares, que en definitiva es de lo que se trata.
Por: LUIS YAÑEZ ABELAIRA. na senda secular con notable e importantísima connotación gallega, como es el Camino de Santiago; un fruto recio y típico de la Galicia del interior, fundamentalmente de las tierras lucenses y ourensanas, "la castaña", nos ofrece de la mano de los sabios de los fogones infinitas posibilidades culinarias que van desde el sofisticado "marrón glasé" a otras más populares pero no por ello menos exquisitas, tales como los "purgazos" (cocidas), los "bullotes" (asadas), las "pilongas" (secas) ó las naturales (sin tratamiento), que tanto unas como otras formaron parte de una cadena alimentaria que durante siglos fué fundamental en la subsistencia de un pueblo como el gallego, acosado no pocas veces por las crueles dentelladas del hambre.
Desde O Cebreiro a Santiago, el Camino discurre a la vera de frondosos castañales, que en el otoño liberan su fruto tardío del espinoso erizo que tan celosamente lo ha protegido de las duras inclemencias producidas por la lluvia, el calor y los fríos, que el extremado clima galaico nos depara a lo largo de las cuatro estaciones del año.
Y aunque apartado del Real Camino Francés, pero en las estribaciones del que viene de Portugal, a un paso de Ourense capital, en la carretera de Ponferrada, en Santabaya, Flavio, un italiano de pro, afincado desde hace varios años en esta amorosa y dulce Galicia ourensana, con su acreditado restaurante Galileo, es capaz de sorprendernos y al mismo tiempo ofrecernos todas las posibilidades gastronómicas que nos ofrece la castaña, un fruto que solo los magos restauradores como él, han adquirido la sabiduría necesaria que les ha permitido extraer todas las sabrosas posibilidades, laborando y experimentando en mágicas probetas a pié de fogón.
Y hoy podemos decir de alguna forma, que el Camino de Santiago y la castaña, han estado incardinados desde tiempo inmemorial y difícilmente uno y otra podrían ir por separado en su andadura por tierras gallegas.
Los millones de peregrinos que nos han precedido han cantado no pocas veces las excelencias de este fruto otoñal, y hoy cuando la tecnología nos habla de un futuro increíble, el peregrino en su andadura jacobea siempre buscará la gratificante sombra de un castaño y saboreará con fruición su fruto en cualquiera de las opciones que se le ofrece.
Desde aquí, desde mi humilde atalaya desde la que difundo mis opiniones, propongo que el próximo año 2.010, año santo jacobeo, quién proceda, en mi opinión la Consellería de Cultura de la Xunta de Galicia sería la más adecuada, convoque a modo de "juegos florales" un concurso en el que desde una libre participación, el que quiera pueda enviar en la modalidad que crea más conveniente; prosa, verso, cuento, investigación, etc., un trabajo relacionado directamente con las castañas y el Camino de Santiago. La idea ahí está, que alguien tome el testigo, le de forma y lo convoque, estoy convencido que la respuesta será masiva y despertará muchas e interesantes iniciativas literarias populares, que en definitiva es de lo que se trata.
Por: LUIS YAÑEZ ABELAIRA. na senda secular con notable e importantísima connotación gallega, como es el Camino de Santiago; un fruto recio y típico de la Galicia del interior, fundamentalmente de las tierras lucenses y ourensanas, "la castaña", nos ofrece de la mano de los sabios de los fogones infinitas posibilidades culinarias que van desde el sofisticado "marrón glasé" a otras más populares pero no por ello menos exquisitas, tales como los "purgazos" (cocidas), los "bullotes" (asadas), las "pilongas" (secas) ó las naturales (sin tratamiento), que tanto unas como otras formaron parte de una cadena alimentaria que durante siglos fué fundamental en la subsistencia de un pueblo como el gallego, acosado no pocas veces por las crueles dentelladas del hambre.
Desde O Cebreiro a Santiago, el Camino discurre a la vera de frondosos castañales, que en el otoño liberan su fruto tardío del espinoso erizo que tan celosamente lo ha protegido de las duras inclemencias producidas por la lluvia, el calor y los fríos, que el extremado clima galaico nos depara a lo largo de las cuatro estaciones del año.
Y aunque apartado del Real Camino Francés, pero en las estribaciones del que viene de Portugal, a un paso de Ourense capital, en la carretera de Ponferrada, en Santabaya, Flavio, un italiano de pro, afincado desde hace varios años en esta amorosa y dulce Galicia ourensana, con su acreditado restaurante Galileo, es capaz de sorprendernos y al mismo tiempo ofrecernos todas las posibilidades gastronómicas que nos ofrece la castaña, un fruto que solo los magos restauradores como él, han adquirido la sabiduría necesaria que les ha permitido extraer todas las sobrosas posibilidades, laborando y experimentando en mágicas probetas a pié de fogón.
Y hoy podemos decir de alguna forma, que el Camino de Santiago y la castaña, han estado incardinados desde tiempo inmemorial y dificilmente uno y otra podrían ir por separado en su andadura por tierras gallegas.
Los millones de peregrinos que nos han precedido han cantado no pocas veces las excelencias de este fruto otoñal, y hoy cuando la tecnología nos habla de un futuro increíble, el peregrino en su andadura jacobea siempre buscará la gratificante sombra de un castaño y saboreará con fruición su fruto en cualquiera de las opciones que se le ofrece.
Desde aquí, desde mi humilde atalaya desde la que difundo mis opiniones, propongo que el próximo año 2.010, año santo jacobeo, quién proceda, en mi opinión la Consellería de Cultura de la Xunta de Galicia sería la más adecuada, convoque a modo de "juegos florales" un concurso en el que desde una libre participación, el que quiera pueda enviar en la modalidad que crea más conveniente; prosa, verso, cuento, investigación, etc., un trabajo relacionado directamente con las castañas y el Camino de Santiago. La idea ahí está, que alguien tome el testigo, le de forma y lo convoque, estoy convencido que la respuesta será masiva y despertará muchas e interesantes iniciativas literarias populares, que en definitiva es de lo que se trata.
Por: Luis Yáñez Abelaira.
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