martes, 15 de diciembre de 2009

CUENCA Y UCLES. (MIS VIAJES POR ESPAÑA).

El slogan publicitario que nació hace ya muchos años, fue realmente extraordinario y de lo más acertado e impactante en su día. Todavía hoy, en mi opinión sigue siendo sin duda alguna uno de los más atinados que se hayan creado publicitariamente hablando: ¡ CUENCA ES UNICA!.


Y vaya que si lo es, y lo digo con la rotunda seguridad que me da el hecho de que posiblemente sea una de las capitales que más veces he visitado en España, lo cual me permite tener un amplio conocimiento de la misma y me vais a permitir que lo diga, también una cierta autoridad después de haber husmeado parsimoniosa y detenidamente en sus muchos y bellísimos rincones. Cien, doscientas, quizás más, no lo se con seguridad, pero un número considerable de veces con toda seguridad que lo hecho. He pateado, pisado y paseado sus bellas calles y plazas sobre todo en las décadas de los 70 y 80 del pasado siglo XX, años en los que por razones particulares la visitaba por lo menos una vez por semana. Sin presunción alguna creo que conozco España bastante bien, y lo que si tengo muy claro es que Cuenca es una de las ciudades con más encanto en la que uno puede estar varios días y al final tendrá la extraña sensación de que le faltan un montón de cosas por ver, que su estancia allí ha sido insuficiente, que habría necesitado más horas, más días, más tiempo en definitiva. Es cierto que esto ocurre con notable frecuencia. A muchos amigos míos que me han acompañado en mis viajes a esta ciudad, me lo han reiterado por activa y por pasiva; “habríamos necesitado más horas, tenemos que volver otro día”; y me consta que alguno lo ha hecho en varias ocasiones, como prueba del impacto que le causó esta ciudad. Entiendo perfectamente esta necesidad de volver que despierta a los que la visitan por primera vez.
Mi última visita de hace pocos días, fue debida a una extraña morriña con la que me desperté una mañana y que me obligó obviando cualquier otra responsabilidad a dirigirme a Cuenca de inmediato, casi diría que con premura, como si de algo urgente y necesario se tratara, así que sin pensármelo dos veces y ni corto ni perezoso enfilé los ciento sesenta y tantos kilómetros que la separan de Madrid, pensando primero en visitar el interesantísimo Monasterio de Uclés y la Iglesia de Carrascosa del Campo y después explayarme sin límite de tiempo por sus calles, sus plazas, sus hoces y saciarme tanto de los monumentos artísticos que la jalonan como de los paisajes inigualables que la rodean. Sin obviar como es lógico la indispensable visita a sus templos gastronómicos que en esta ciudad alcanzan la categoría de sublimes por la calidad de sus productos culinarios que los sabios restauradores locales saben transformarlos día a día en suculentos y apetitosos platos típicos difícilmente igualables.



No soy quien para aconsejar que es lo primero que uno debe visitar en Cuenca, pero sugiero que si va en coche, no se baje de él y haga un lento recorrido en torno a la ciudad, bien entrando por la hoz del Huécar y salir por la hoz del Júcar o viceversa, deteniéndose en cada recodo de la carretera y en los miradores estratégicamente situados desde los cuales se pueden admirar paisajes verdaderamente bellos, tales como: Las Casas Colgadas, panorámicas espectaculares de la ciudad, frondosas alamedas al lado de los ríos Huécar y Júcar y moles de granito entremezcladas con esbeltos y erguidos pinares que nos hablan de las características de su famosa y cercana serranía. Un recorrido que se puede hacer aproximadamente en hora y media, aunque dada la belleza del paisaje uno se puede quedar absorto en cualquier punto del circuito. Pero como de lo que se trata es de realizar una visita de un solo día, hay que hacer las cosas sin pausas y también sin prisas ni atropellamientos para que uno pueda disfrutar en todo lo posible de tan apretada jornada. Organizándose bien, un día da bastante más de si de lo que uno a veces se puede imaginar. Lo se por experiencia.
Un vez finalizado el recorrido recomiendo empezar visitando la Catedral de Santa María y San Julián, la única de estilo gótico anglonormando que existe en España. Una catedral cuya construcción se inició en el siglo XIII y que en el arranque de la cabecera su estilo es románico, con cinco ábsides, transpeto y tres naves. En el siglo XV se reconstruyó la cabecera del templo para abrir una nueva girola que en este templo resulta artísticamente única y de belleza inusitada. En el siglo XVIII se solicitaron los servicios de Ventura Rodríguez que llevó a cabo la realización de las vidrieras cuya iluminación interior causa un efecto espectacular. A principios del siglo XX, debido a un derrumbe de parte de la fachada motivado según dicen por la caída de un rayo, se reconstruyó una buena parte de ella en un estilo neogótico que tiene una cierta semejanza con la fachada de la Catedral francesa de Reims. Vista desde fuera da la sensación de estar inacabada, y lo cierto es que no está totalmente rematada, ni mucho menos, pero de todas formas su estructura y su estética son realmente sublimes. Curiosamente la única estatua que existe en la fachada es la de San Julián que fue obispo de Cuenca en el siglo XII, da la sensación que los canteros eran auténticos iconoclastas.


El interior de la catedral es muy curioso en cuanto a las soluciones arquitectónicas que se utilizaron, por ejemplo las bóvedas del transpeto son rectangulares en vez de cuadradas como son el resto de las catedrales. El triforio también es distinto al de la mayoría de templos de estas características, es muy estrecho y por ello se le denomina “falso triforio” pero resulta de una originalidad y belleza extraordinarias. La girola posiblemente sea la más original y bella de todas las catedrales de España, con su formación doble separada por un conjunto de columnas que rematan en una bóveda fantástica. No podemos olvidar un sinfín de cosas muy interesantes que debemos ver dentro de la propia catedral, tales como: El coro, la capilla Mayor o Altar Mayor, la capilla de los Apóstoles con unas columnas platerescas finísimas y un retablo renacentista único, la capilla del Obispo, de San Antolín y quince capillas más, todas ellas con advocaciones a distintos santos y vírgenes a cual más interesante, conforman un conjunto sacral del interior del templo realmente espectacular. Esta catedral, como casi todas, verla en detalle en un solo día resulta un tanto complicado ya que si uno quiere detenerse ante las grandes manifestaciones artísticas que nos ofrece, por lo menos es necesario un día entero para este menester, pero hoy hemos de poner fin a esta visita así que dejamos para otra ocasión profundizar en los detalles.
Subimos hacia la parte más alta de la ciudad desde donde se puede ver a “ojo de pájaro” la artística labor de la naturaleza al conseguir las hoces del Júcar y el Huécar así como el verde paisaje lejano de la serranía.
Por sus empinadas y antiguas calles cargadas de historia bajamos hasta las famosísimas Casas Colgadas construídas en la Edad Media sobre la hoz del Huécar y que en su día sirvieron como atalayas defensivas e incluso como morada de reyes. Un puente metálico peatonal que cruza la hoz del Huécar desde la zona de las Casas Colgadas hasta el Parador de Turismo ofrece un paisaje impresionante. Merece la pena cruzarlo. Un poco más abajo nos encontramos la Torre de Mangana, resto de lo que fue en su día una fortaleza árabe y cuyo nombre ha llegado a nuestros días como uno de los monumentos más emblemáticos de la ciudad.
No podemos dejar Cuenca sin antes gratificarnos con la oferta cultural tan interesante que esta ciudad pone a nuestro alcance. El Museo Diocesano donde se pueden admirar tapices y alfombras típicas de Cuenca, ciudad que en su día albergó unos de los centros de confección de estas joyas textiles más importante del mundo, la Fundación Antonio Pérez con una amplia colección de arte que el artista ha ido coleccionando a lo largo de su vida, la Fundación Antonio Saura (Casa Zavala) con una interesante exposición permanente de este artista oscense uno de los más señeros representantes del surrealismo español del siglo XX, el Museo de Arte Abstracto donde se pueden admirar obras de maestros como Millares, Zóbel, Torner, Tapies, etc. y como colofón la Iglesia de San Miguel cedida por el obispado al Ayuntamiento de la ciudad y hoy habilitada como una de las salas de conciertos mejores de España.
Ponemos punto final a nuestra visita a Cuenca no sin antes degustar en cualquiera de sus santuarios de la buena mesa las excelencias de sus muchos y buenos restaurantes; pero como conozco un buen número de ellos no quiero citar nombres para evitar herir cualquier tipo de susceptibilidades, aunque lógicamente yo tenga mis propias preferencias, que las tengo.
Regreso hacia Madrid por la misma carretera que vine y como es preceptivo para mi me detengo en Carrascosa del Campo un pueblo típico de la Mancha de Cuenca en el que destaca sobre todo la Iglesia de la Natividad de Nuestra Señora, que se inició en el siglo XV en estilo gótico y a medida que se iba construyendo fue enriqueciéndose de lo nuevos estilos arquitectónicos que iban apareciendo. Destaca sobre todo la portada Sur, hoy entrada principal de estilo plateresco, con un aro conopial cuyo conjunto es de una belleza extraordinaria, también merece la pena la portada Norte de estilo neoclásico y la Oeste en gótico isabelino que está tapiada desde hace años para evitar su derrumbamiento.

Un paseo por Carrascosa del Campo resulta interesante, pese a ser en la actualidad un pueblo de poco más de seiscientos habitantes; siglos atrás tuvo un importante arraigo histórico como prueban los blasonados edificios que en el existen tales como la Casa Palacio de los Parada, la Casa Curato que hoy forma parte del Ayuntamiento y la Casa de los Escribanos convertida en casa rural, entre otros.
Antes de llegar a Tarancón me desvío a la izquierda en dirección a Uclés un pueblo que adquiere su fama por el Monasterio de Santiago de Uclés que fue sede de la Orden de Santiago.




La ubicación del monasterio se sitúa sobre un cerro que domina el pueblo y la comarca en general. En la antigüedad fue un castro celtíbero, durante la dominación musulmana fue una fortaleza árabe y al finalizar la Reconquista fue entregada a la Orden de Santiago que la convirtió en su casa matriz. Desde el siglo XII las construcciones defensivas que se habían levantado sufren una gran transformación, hasta que en el siglo XVI se inicia la construcción de lo que es el actual Monasterio en el que se definen perfectamente los estilos que prevalecen, el “plateresco”, el “herreriano” y el “churrigueresco”. El plateresco se aprecia en las ventanas orientales, en el artesonado del refectorio y en la sacristía. El herreriano se deja ver en la iglesia a la cual algunos dan en denominar como “el Escorial de la Mancha”, donde destaca el retablo mayor, el panteón, el claustro y la fachada oeste.


El churrigueresco se pone de manifiesto esplendorosamente en la fachada sur, obra del famoso arquitecto barroco Pedro de Ribera.
Doy por terminado este viaje en mi constante periplo por tierras españolas, un viaje cargado de nostalgias y de gratísimos recuerdos de Cuenca y su provincia que llevo prendida en el alma, donde durante cuarenta años por unas u otras razones he estado viajando ininterrumpidamente. Espero que en los próximos años tenga el resuello y la fortaleza física me permitan seguir perdiéndome por las calles y plazas de esta noble ciudad así como por las tierras de su provincia donde el paisaje y el paisanaje le dan un atractivo único como reza el slogan publicitario del que hablaba al principio. ¡¡CUENCA, ES UNICA!!.
Por: LUIS YAÑEZ ABELAIRA.