lunes, 1 de agosto de 2011

DOS MAESTROS FRENTE A FRENTE. UN DIA EN "LAS CONTENTAS"

Por regla general cuando las cosas tienen poso y cuajo, tienen el sabor de lo bueno y de lo auténtico; y si se hacen de verdad y sin tapujos de ningún tipo, necesariamente tienen que salir bien a la fuerza. La experiencia así nos lo ha dicho en infinidad de ocasiones a lo largo y ancho de la vida.


Lo que vimos y vivimos el pasado día 27 de Junio en la Finca Las Contentas, situada en esa bendita tierra segoviana entre la Granja de San Ildefonso y Torrecaballeros, fue algo muy dificil de describir, sino se hace con la fuerza y el impulso limpio del corazón y la nobleza del sentimiento.


Vamos a ver como puedo explicarlo.


En primer lugar y antes de "entrar en faena" tengo necesariamente que hacer una especialísima y cariñosa mención, a modo de paréntesis, a mi buen amigo José Antonio Marín, propietario de este extraordinario enclave cuya ubicación ya he citado anteriormente, al cual tenemos que darle las gracias por habernos abierto de par en par las puertas de su casa a todos aquellos amigos que quisieron estar presentes en un hecho realmente insólito, y que no fue otro que un espontáneo y sentido homenaje de la "gente del toro", de aficionados y de futuras figuras de la profesión a unos veteranos maestros como Andrés Vázquez y Andrés Hernando. Sin tu generosidad José Antonio, esto practicamente hubiera sido imposible.


Decirlo así parece que que fue algo normal, corriente o habitual; pues nada de eso, os lo puedo asegurar. En Las Contentas el 27 de Junio a las 13 horas, no precisamente una hora muy taurina, se callaron los grillos, las cigarras enmudecieron su monótono estridor, los pájaros amainaron su inquieto revoloteo y se posaron en los árboles más cercanos con sus ojos redondos y espectantes, las mariposas con sus alas multicolores engalanaron los tendidos de la recoleta plaza de la finca. Hasta la más insignificante criatura de Dios quería ser partícipe del evento. Todos sin excepción alguna querían ser espectadores de lo que allí estaba sucediendo. ¡Y vaya si lo vieron! ¡Todos pudimos verlo!


El silencio gritaba con su voz inaudible y en su demanda exigía calma y mutismo. La serenidad y el aplomo inundaban el ambiente. El asombro era otro componente del espectáculo.


Y de pronto, los vuelos de los capotes de los maestros Vázquez y Hernando recibieron como aplomados abanicos las enloquecidas embestidas de unas bravas vaquillas que salieron por el portón de los sustos de la recoleta plaza de Las Contentas.


Dos toreros que ya superan de largo los 70 años, dieron todo un recital de arte, de temple y de sabiduría, y de ese algo que te hace vibrar como si fuera un pellizco, y que solo los que han "mamao" muy de cerca el mundo del toro dicen que esto solamente puede verse de "pascuas en ramos". Un día como este, un inolvidable 27 de Junio del 2011, cuando unas figuras de la talla de Andrés Vázquez y Andrés Hernando, entran en trance y engarzan una tras otra verónicas y chicuelinas celestiales así como lentos y templados muletazos que solo aquellos maestros que han tenido una larga y fecunda trayectoria de éxitos, pueden ofrecer con un empaque y una serenidad semejantes.


Un sol de justicia caía de plano. El astro rey de la vieja Castilla en un cielo azul y limpio, como no podía ser de otra forma, lo iluminaba todo. Ni las moscas se movían. De los espectadores mejor no decir nada. Mudos y espectantes, ansiosos por ver lo que allí sucedería. Y al fin los dos maestros solos en el ruedo nos evocaron en el recuerdo sus tardes de gloria en los mas afamados cosos de nuestra piel de toro. Madrid, Sevilla, Pamplona, Bilbao y un largo etcétera de plazas donde tuvimos la suerte de ver a estos toreros de raza, castellanos de pro como desorejaban uno tras otro y feria tras feria a los encastados bureles de las mas bravas y duras ganaderías. ¡Cuantas tardes de gloria!


Nadie quería irse, todos remoloneaban esperando que los maestros nos gratificaran con alguna lindeza mas de esas recurrentes que los sabios del toreo guardan para momentos como este. Pero todo lo que empieza, acaba, y la mañana de toros había tocado a su fin. En el aire quedaron prendidas imágenes imborrables de pasmosa quietud, de artístico temple y sabiduría añeja, que como en el caso de los buenos vinos, son las que mejor "buqué" tienen.


Y la jornada fue rematada con un suculento y generoso almuerzo donde no faltó de nada, y por si fuera poco la buena mano del cocinero hizo gala de su arte y conocimientos, porque también en la cocina se pueden cortar orejas, y ese día fue de "puerta grande" en todos los sentidos.


Al final algunos nos atrevimos a dirigirnos al "respetable" evocando los maravillosos momentos que habíamos disfrutado, glosando con toda justicia la grandeza del espectáculo que nos habían brindado los "Andreses", Vázquez y Hernando. Ellos, como no, con su galanura, respondieron con sentidas palabras agradeciendo este sincero homenaje, donde no faltó ni sobró nadie. Estuvimos los justos, los de verdad, los que al márgen de la afición taurina, sabían valorar el noble sentido de la amistad, y este día a fe que fue uno de esos donde este noble sentimiento brotó a raudales por todos los poros del cuerpo de los allí estábamos.


Gracias por todo José Antonio, y yo desde esta humilde tribuna me atrevo a sugerirte que actos como este hay que repetirlos nuevamente; otros toreros de casta como los de hoy están pidiendo a gritos el reconocimiento de aquellos aficionados que tuvimos la suerte de verles en la plenitud del triunfo, y hoy lamentablemente permanecen olvidados en las nieblas de un frágil recuerdo; cuenta con nosotros para arrimar el hombro de verdad, para ayudarte en lo que tu consideres, tu no puedes hacer mas de lo que haces. Gracias Andrés Vázquez y Andrés Hernando, gracias a todos los que habéis hecho posible que este día fuese lo que se dice un día "redondo", un día de esos que dificilmente uno podrá olvidar mientras viva.


Por: LUIS YAÑEZ.