sábado, 25 de octubre de 2008

SENSIBILIDAD.

Hija natural del vivir, la humanidad compone un todo orgánico y un todo espiritual. Orden, arbitrio, opresión, libre albedrío, presentimientos, fatalidad, decepciones, alegrías. De todo cabe en el concepto humanidad, pues ella es la copa que rebosa hasta la saciedad, los más distintos sabores y sentimientos, desdichas y goces. Humanidad es la paradoja irremediable.Cuando hablamos de humanidad tratamos de perfilar una exaltación de nuestros dones más virtuosos. Así, cuando suspiramos por la idea de un hombre "muy humano", consideramos al buen señor aplicando en sus funciones la mesura, la bondad, la simpatía, el honor, la conciencia y, como no, la comprensión. Justo lo que rara vez se aplica a nuestras acciones diarias.Unas personas otorgan al azar y al fatalismo un devoto primer plano de importancia para la vida. Otras, centran todo su ideal en la conquista de tierras, en la posesión de fantásticas fortunas y tesoros, en la escala de posiciones sociales de privilegio, en holgada y confortable vida. Y algunos lo hacen con independencia olímpica de los demás, es decir, caiga quien caiga.Por unas y otras razones, se abandona trágicamente la idea de una de una convivencia feliz. Y se produce la terrible escisión en clases y razas. Y digo trágicamente porque la primera función del hombre, (coetánea con la función de nacer), es la de la sociabilidad. Desdichado el insociable pues, al serlo, nos acusa que nació tarado, defectuoso, enfermo. ¿Adónde irá él solo, en un mundo de rigurosa competencia y profundas necesidades?.Muchos de nosotros, esta es la desgracia, caminamos en solitario, a pesar de estar rodeados de millones de satélites, bien sea por las circunstancias, bien sea por nuestra destacada posición social. Pero no está más acompañado el que más personas tiene en derredor, sino el que más comprensión a todos merece.Apelemos a un sentido de SENSIBILIDAD para explicar estos fenómenos. ¿Que es sensibilidad?. La capacidad de vibrar, como el diapasón, ante los humanos estímulos. Una capacidad de sentir lo que los demás sienten. E incluso lo que estos, en un momento determinado no aciertan a sentir ni comprender. La capacidad de deleitarse y sufrir, gozar y penar, compartir, amar y vivir causas comunes.La sensibilidad es la mínima pieza insospechada que falta a ese gran mundo de intereses, de luchas y errores, desatinos, creencias, egoísmos, ideales, afanes... que falta en fin, a nuestro humano mundo, para ser precisamente "eso", más humano. Sin paliativos de ningún tipo.Es difícil que llegue a cristalizar una idea pura de humanidad sin que atraviese antes nuestro pensamiento por el tamiz de la SENSIBILIDAD. Ella es, por cierto, perfil y retoque, exponente de voluntad y de idea, de arte y de belleza. Creación inequívoca de fuerza y cohesión, pues, ¿como entenderíamos un mundo más caótico y más dividido que este, sino privándolo de toda SENSIBILIDAD?.Si verdaderamente no existiera en el mundo, cuando menos, una débil idea de comprensión, sería preciso inventarla. Para ello, invitaríamos a nuestros hombres a sensibilizarse, un paso rotundo y definitivo que va derecho hacia la comprensión mutua. Hemos de tener en cuenta que la SENSIBILIDAD predispone al espíritu para todo lo hermoso y para todo lo constructivo. Y el ARTE es sin lugar a dudas la más hermosa construcción, la obra perfecta. Hacia el ARTE, solo se puede caminar por los senderos de la SENSIBILIDAD, que es el radar de lo sublime.La SENSIBILIDAD, en fin, es como la feminidad de la mujer, la ternura de la madre ó la comprensión entre los humanos. Todo ello, condición indispensable para una vida feliz y venturosa.
Por: LUIS YAÑEZ ABELAIRA.

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